viernes, 29 de junio de 2012

Análisis de la lectura Fahrenheit 451 de Ray Bradbury


Reporte de lectura: Ray Bradbury Fahrenheit 451
por Rodrigo Cerna Chávez

Sinopsis
Guy Montag, habitante de un mundo futurista postliterario donde la mayor parte de los libros ha sido prohibida, es parte del Departamento de Bomberos. Sin embargo, en su época los bomberos no se encargan de sofocar los incendios, sino de provocarlos en edificios cuyos residentes osen en poseer libros y por ende en leerlos. Cuando Montag conoce a la excéntrica Clarisse, comenzará la interna batalla de cuestionamiento personal y destrucción de los paradigmas y arquetipos que la sociedad ha logrado imponer. 
Crítica
Maravillosamente Bradbury presenta una impecable obra donde retrata las corrientes filosóficas y el pensamiento posterior a la Segunda Guerra Mundial, distinguiéndose corrientes posmodernistas como el existencialismo y ciertos tintes de futurismo de principios del siglo XX.
Se observa una incesante desesperación por lo veloz y frenético; se trata de una sociedad somnolienta y esperanzada en el flujo de tiempo, carente de paciencia y rendida a la ansiedad por el desarrollo de eventos y actividades. También es posible distinguir una devota cultura hacia el trabajo como elemento más relevante en la vida de un individuo, y como esfera social puesta ante el resto de las necesidades. Curiosamente uno de los personajes de la obra, el Capitán Beatty, sostiene un diálogo referente: “Debes comprender que nuestra civilización, tan vasta, no permite minorías. ¿Qué queremos en este país por encima de todo? Ser felices, ¿no es verdad? Quiero ser feliz, dicen todos. Bueno, ¿no lo son? (...) Para eso vivimos, ¿no es así?, para el placer, para la excitación”. (Bradbury, 2000, p.74).
El pensamiento posmodernista destaca por una constante mentalidad de crisis, inseguridad y aislamiento social, como producto de los trágicos e inhumanos sucesos de la Segunda Guerra Mundial. Una etapa donde el ser humano se siente desorientado y desamparado, carente de la supuesta omnipresencia en la vida humana que imperaba en el modernismo. Como bien se establece: “Esta sensación de crisis deriva con frecuencia de los resultados inesperados de acontecimientos cuyo origen conocemos y cuya significación nos parecía clara, pero que al final han experimentado una profunda metamorfosis”. (Artehistoria, s.f.).
Naturalmente como ya antes había sido puesto en manifiesto, se percibe cierta ligereza de futurismo en la obra de Bradbury; destacables y notables elementos como un rechazo al pasado (quema de libros, renuncia al sistema educativo literario), cierta cultura ajena a la humanidad, y una concepción prematura sobre el pensamiento adelantado a la época, ya que en principio dicha corriente establece lo siguiente: “El futurismo fue llamado así por su intención de romper absolutamente con el arte del pasado. Quieren crear un arte nuevo, acorde con la mentalidad moderna, los nuevos tiempos y las nuevas necesidades. Para ello toma como modelo las máquinas y sus principales atributos: la fuerza, la rapidez, la velocidad, la energía, el movimiento y la deshumanización”. (ArteEspaña, 2005). 
En referencia a la descripción del pensamiento de la época, se constata por medio del siguiente extracto de la obra de Bradbury: “Se abreviaron los años de estudio, se relajó la disciplina, se dejó de lado la historia, la filosofía y el lenguaje. Las letras y la gramática fueron abandonadas, poco a poco, poco a poco, hasta que se las olvidó por completo. La vida es lo inmediato, sólo el trabajo importa. Divertirse, sí, pero después del trabajo. ¿Por qué aprender algo salvo apretar botones, insertar llaves, ajustar tornillos y tuercas?” (Bradbury, 2000, p.70).
El tratamiento de la obra dirigida hacia la advertencia de la masificación de los medios como control absoluto del pensamiento humano y de la nula invitación a la reflexión y el análisis, coincide con una símil descripción de la época actual donde la denominada telecracia ha dominado el mercado, sustituyendo a la lectura como medio de razonamiento e información. Realmente se trata de una predicción muy avanzada para la década de 1950 que sería concebida por Bradbury y compartida a través de una ficción. También es altamente notable su predicción en el ámbito de la tecnología, puesto que la gran mayoría de los artefactos y dispositivos que en la época eran mera imaginación, hoy en día son una realidad cotidiana.
Una excelente cita textual que comunica lo anterior es la siguiente: “Pero en verdad no progresamos hasta que apareció la fotografía. Luego las películas cinematográficas, a principios del siglo veinte. La radio. La televisión. Las cosas comenzaron a ser masa. Y como eran masa, se hicieron más simples. En otro tiempo los libros atraían la atención de unos pocos, aquí, allá, en todas partes. (...) Películas y radios, revistas, libros descendieron hasta convertirse en una pasta de budín”. (Bradbury, 2000, p.69).
Aunque en la presente obra Fahrenheit 451 se presenta un mundo alternativo donde la masificación de los medios y el control absoluto ha desembocado en la renuncia absoluta a la literatura, Vargas Llosa manifestaría en su publicación Un mundo sin novelas una posibilidad quizá más realista de un mundo que ha sucumbido ante un mundo vacío, ignorante y pasivo, producto del desinterés por la lectura, especialmente del género de la novela. Siendo una de las mejores citas textuales:
“Una persona que no lee, que lee poco, o lee sólo basura, puede hablar mucho pero dirá siempre pocas cosas, porque dispone de un repertorio mínimo y deficiente de vocablos para expresarse. No es sólo una limitación verbal; es, al mismo tiempo, una limitación intelectual y de horizonte imaginario (...)”. (Vargas Llosa, p.40).
En relación al existencialismo, es posible realizar una comparación entre el personaje Guy Montag y el Monsieur Mersault de la obra El extranjero de Albert Camus, con quien coincide significativamente Ray Bradbury en ubicación temporal y en corriente filosófica. 

Ambos protagonistas se encuentran en un mundo que les es incomprensible y ajeno a su interior, donde no existe cabida alguna para el término del Yo. Se trata de una realidad ante la cual los dos personajes viven en un vacío incómodo, visualizado a través de una concepción muy personalizada, y donde los sentimientos son pasajeros, permaneciendo únicamente placeres y satisfacciones impulsivas. Tal cual como lo expresa Montag en una de sus más famosas líneas: “Es raro, no la extraño. No siento en realidad casi nada de nada. Creo que ni siquiera la muerte de mi mujer podría entristecerme. No está bien. Algo malo me pasa”. (Bradbury, 2000, p.176).
Singularmente, una clara diferencia existente entre ambos personajes, es la trascendencia y el evidente cambio en la psicología de Guy Montag, quien evoluciona desde un existencialismo -específicamente, nihilismo- pasivo hacia uno activo. A diferencia de Mersault, quien no experimenta un cambio radical en apariencia. Se trata de un cambio desde una indiferencia hacia los sentimientos y valores humanos, reflejado en las decisiones tomadas y en los argumentos brindados por el personaje a lo largo de la historia, a una comprensión del escenario que le invita a reflexionar y actuar.
Producto de lo anterior es la siguiente fracción de diálogo de Montag: “Tiene que haber algo en los libros, cosas que no podemos imaginar, para que una mujer se deje quemar viva. Tiene que haber algo. Uno no muere por nada”. (Bradbury, 2000, p.65).
Evidentemente como en la mayoría de las novelas y de los guiones de largometrajes, la historia sigue el inmortal arquetipo de El viaje del héroe como se ilustra a continuación:
  • El mundo ordinario: La sociedad posliteraria.
  • Llamado a la aventura: El encuentro con Clarisse.
  • Rechazo de la llamada: Insistencia de Montag en su deber como bombero.
  • El encuentro con el mentor: El incendio de la mujer fanática de los libros, y el primer contacto con Faber.
  • Cruzando el primer umbral: La posesión de un libro por parte de Guy.
  • Pruebas, aliados y enemigos: El encuentro de Guy con los bomberos y el Capitán Beatty; la relación con su esposa Mildred.
  • Aproximación a la guarida del enemigo: El permiso de incineración de su propia vivienda.
  • La prueba definitiva: La destrucción del hogar de Montag y su enfrentamiento contra el Capitán Beatty.
  • El camino de vuelta: La huida de Guy a casa de Faber.
  • La resurrección: El reiterado apoyo de Montag hacia Faber y el intento de restauración de la cultura literaria en la sociedad.
  • El retorno con la recompensa: La llegada del protagonista con los intelectuales exiliados.
Opinión
Finalmente es posible sostener que la presente lectura ha permitido a nivel personal generar un análisis y una reflexión trasladada desde la ficción de la novela hacia el contexto histórico del momento, y su evidente trascendencia que puede ser comprobada en el pensamiento actual de la sociedad. La obra constituye una exquisita pieza constructiva del pensamiento crítico que permite extrapolar las situaciones ficticias a una posibilidad que, de hacer caso omiso, podría devenir en una realidad inminente.

Evidentemente es fundamental ser parte del cambio que permita perpetuar una verdadera cultura literaria en las generaciones presentes y en las próximas, ya que de lo contrario la sociedad estaría condenada a repetir la trágica historia de la humanidad y a sucumbir a un oscurantismo absoluto de ignorancia y carencia de progreso de toda índole (ecológico, económico, ético, cultural, social, cívico, político, entre otros). Termino con una de mis citas favoritas de la novela: 
“Y pensé en los libros. Y por primera vez comprendí que detrás de cada libro hay un hombre. Un hombre que tuvo que pensarlo. Un hombre que empleó mucho tiempo en llevarlo al papel. Nunca se me había ocurrido. Y a algún hombre le costó quizá una vida entera expresar sus pensamientos, y de pronto llego yo y ¡bum!, y en dos minutos todo ha  terminado”. (Bradbury, 2000, p.66).
Bibliografía y referencias
  • Bradbury, R. (2000). Fahrenheit 451. México: Minotauro.
  • Camus, A. (1942). El extranjero. México: UAMX.
  • Vargas Llosa, M. (Octubre, 2000). Un mundo sin novelas. Letras libres, extemporáneos Octubre.
Anexos:

sábado, 23 de junio de 2012

Crónica personal en relación con la obra de Ryszard Kapuscinski Encuentro con el otro


Crónica personal en relación con la obra de 
Ryszard Kapuscinski Encuentro con el otro
Sin duda alguna, la visita a la regionalmente famosa Plaza del Mariachi en el corazón de la cosmopolita ciudad de Guadalajara, Jalisco fue una vívida y lúcida experiencia que retrata a la perfección la terminología acuñada por Ryszard Kapuscinski  en su obra Encuentro con el otro sobre el Otro, el Yo y la relación que guarda ese delicioso pero mítico y diferenciado primer encuentro.
Como es debido, es preciso comenzar con la épica narración de una singular experiencia que finalmente sería amenazante y peligrosa solamente a nivel psicológico interno:
El tan esperado encuentro con el equipo -integrado por múltiples compañeros de diversas carreras, cuyos nombres de algunos me es imposible recordar- tendría lugar en la Plaza de la Liberación el día viernes 22 de junio del año en curso a las 18:30 horas. Definitivamente eso fue lo acordado, lo cual no necesariamente suele coincidir con la realidad. En vista a la considerable distancia que había por recorrer, tomé la iniciativa de comenzar el viaje en vehículo particular con una anticipación de tres cuartos de hora con la finalidad de llegar puntualmente. 
Entre múltiples infortunios como lo son el tráfico, el sentido vial único de ciertas calles claves, el no encontrar un estacionamiento público cercano, y una evidente pérdida de orientación por parte del conductor, hicieron que el retraso fuera de treinta minutos. Oportunamente a las 19:15 horas me estaría reuniendo con Enrique, un recién conocido compañero de Ingeniería en Biotecnología con quien segura y próximamente estaré compartiendo más clases. Una vez que nos encontramos y aseguramos que parte del resto del equipo se encontraba en las cercanías de la Plaza del Mariachi, partimos de inmediato al encuentro.
A lo largo del trayecto fue posible reconocer un exceso de comercio informal, calles repletas de transeúntes deseosos de adquirir alguna curiosidad, traficantes de lo que parecían ser dispositivos electrónicos robados, así como distinguimos a un singular personaje que separaba en pequeños rollos lo parecía ser marihuana. En algunas ocasiones se referían a nosotros como “güero”. En fin, todo un mosaico de personalidades y multitudes que atravesaban la concurrida avenida.
Después de ciertas peripecias entre escaleras, caminos peatonales, semáforos, vendedores ambulantes, tráfico y muchedumbre, pudimos localizar nuestro destino. Una vez confirmada nuestra ubicación, contactamos al resto del equipo y supimos de inmediato que nos encontrábamos a escasos pasos de distancia.
Es increíble ahora poder narrar a través de unas cuantas líneas cómo se percibía en el psique generalizado del equipo una compleja cantidad de prejuicios respecto al lugar que recién habíamos arribado. Me es posible relacionarlo directamente con una de las citas de Kapuscinski: “(...) para estudiar y registrar in situ cómo funcionan comunidades de Otros en su natural entorno cultural”. (Kapuscinski, 2010, p.51).
Personalmente me siento culpable también por haber albergado cierta aversión mental falsamente justificada a través de un prejuicio carente de fundamentos lógicos. Afortunadamente al poco tiempo de permanecer ahí yo no me sentía tan incómodo y desesperado como algunos compañeros, quienes al parecer mostraban timidez y cierto nerviosismo tan sólo de mantenerse en pie.
Por decisión unánime, se decidió que nos acomodaríamos en alguna de las numerosas mesas localizadas en el centro de la plaza. Resulta curioso que todavía no plantábamos asiento cuando un reducido grupo hostigador de Marichis que insistían constantemente en que solicitásemos alguna pieza para su interpretación. El problema no sería pagar y contratar al grupo para una o dos piezas (ya que en lo personal, yo sí lo deseaba como parte de la adaptación al medio y parte del rito), sino que después resultaría difícil quitarlo de encima. Por lo tanto, se rechazaron las múltiples ofertas y decidimos pedir unas cuantas cervezas. Cabe destacar la inexistencia de una carta formal, sino que había una sencilla hoja fragmentada y adherida a la mesa plástica para ubicar los productos que ofrecía el establecimiento.
Uno de los aspectos más curiosos de la experiencia, fue el acento del amable mesero que nos atendió. Al momento de tomarnos la orden, su dicción era reconocible como extranjera, lo cual no coincidía con su físico notable de mexicano. En sumo, la curiosidad venció a una de las compañeras quien se aventuró a preguntarle su origen, respondiendo por consecuencia que había nacido en Guatemala, se había criado en Los Ángeles y radicaba actualmente en Guadalajara. Precisamente ello fue lo que nos permitió comprender su exótica dicción y pronunciación de extranjero.
Uno de los compañeros deseaba beber una cerveza Pacífico de la firma Grupo Modelo, ante lo cual nuestro camarero respondió que solamente contaban con una cerveza denominada Pacific o Pacífica, lo cual al parecer se refería realmente a la susodicha cerveza Pacífico. Independientemente de que fuese real la confusión o se tratase de alguna copia mal elaborada de la original, nuestro compañero se abstuvo de ordenarla y prefirió la común cerveza Corona.
Resulta tremendamente gracioso que el anfitrión nos cuestionaba con un “¿estás seguro?” después de haber tomado la orden, así como con un singular “¿Qué más quieres?” cuando alguno de nuestros integrantes le cuestionaba cuáles marcas de cerveza servían. Hubo una expresión de su parte la cual ninguno de los miembros pudo comprender del todo, la cual hacía referencia a la orden de una cerveza con contenido de un litro, la cual se escuchaba semejante a lo siguiente: “Te podemos servir un especial dentro de la cerveza”. Realmente nunca entendimos a qué se refería exactamente con dicho “especial”.
En los alrededores podía verse varios letreros con el muy trillado Se busca... en referencia a una persona desaparecida. Es notable destacar la nula presencia policial en las cercanías, pero al menos no había inseguridad por el momento. Realmente era posible encontrar y describir a individuos de todo estrato socioeconómico; familias completas, parejas, grupos de amigos y personas solitarias. Inclusive había un individuo succionando un cierto “algo” que el resto de los compañeros calificó como “droga”. Lo veraz del asunto es que el personaje ciertamente se tambaleaba y parecía desorientado geográficamente.
Hasta este punto, las circunstancias podrían describirse como bien lo expresó el autor: “Así, el hombre que encontramos y conocemos hoy en las grandes ciudades del Tercer Mundo ya es otro Otro, un producto difícil de definir de la híbrida cultura urbana, descendiente de mundos diversos y contradictorios, un ser amalgamado, de formas y rasgos imprecisos, fluctuantes. Éste es el Otro con el que nos topamos hoy”. (Kapuscinski, 2010, pp.54, 55).
Después de haber permanecido en el lugar cerca de una hora, el equipo decidió (en consenso unánime) retirarse debido a que se aproximaba un mal pronóstico de lluvia. Se pagó la cuenta, la cual debe aclararse que se integraba por los denominados precios de turista a pesar de que la zona no fuese catalogada del todo como “turística”.
Una de las compañeras dejó testigo escrito de ciertos datos de contacto -evidentemente de una persona que no le hace mucha gracia- haciéndolos pasar por los propios. Una experiencia que personalmente ya había presenciado, pero que independientemente del número de veces siempre resulta excéntricamente placentera.
Cuando todos los miembros del equipo hubieron ubicado el estacionamiento donde había quedado resguardado su vehículo, nuestro pequeño conciliábulo quedó disuelto: el reloj marcaba a duras penas las 20:48. Indudablemente una visita de carácter express.
Por último he llegado a la conclusión de que inicialmente contaba con el -quizá- prejuicio de llegar a la plaza y sentirme como el Otro; un ejercicio mental inconsciente que quedó totalmente derrumbado en cuanto me sentí un tanto cómodo. Curiosamente no me sentí ni como el Yo ni como el Otro, sino una extraña mezcla de ambos; probablemente fue mejor sentirse así, a diferencia de algunos compañeros que, en evidencia pura, se sentían como el Yo.
Verdaderamente no me siento arrepentido de haber acudido; se trató de una experiencia que resultó mejor de lo esperado, a pesar de ciertos inconvenientes que se presentaron en la trayectoria y en el desarrollo. Concluyo con la siguiente intervención de Kapuscinski:
“El diálogo con los Otros nunca ha sido ni será fácil, muy especialmente hoy, cuando las cosas se desarrollan en una escala nunca vista, difícil de abarcar y de controlar, con un grado de complicación imponente y cuando muchas fuerzas trabajan para dificultar ese diálogo, cuando no para imposibilitarlo. Aun sin estos intereses y objetivos inmediatos -políticos, ideológicos o económicos- existen también otros problemas de peso”. (Kapuscinski, 2010, p.66).
Bibliografía
  • Kapuscinski, R. (2010). Encuentro con el otro. Barcelona: Anagrama.

miércoles, 20 de junio de 2012

Análisis y reflexión de la lectura de Ryszard Kapuscinski, Encuentro con el otro


Análisis y reflexión de la lectura de Ryszard Kapuscinski 
Encuentro con el otro por Rodrigo Cerna Chávez 
Sinopsis
El conjunto de ensayos de Kapuscinski es una obra que describe concisamente la turbulenta y -mayoritariamente- violenta relación del Yo y del Otro, personificada generalmente por los blancos de origen europeo y las diversas razas o etnias del mundo, respectivamente. Sin duda alguna constituye una pieza fundamental en la comprensión de la percepción evolutiva y personal del individuo en referencia al Otro.
Crítica
La relación existente entre el Yo y el Otro ha sido esencialmente a lo largo de la historia de la humanidad de carácter violento, puesto que el primero entraba en un conflicto ontológico y de desconfianza respecto al segundo, lo cual conducía a la violencia y a la imposición imperialista fundamentada en una falsa creencia de superioridad.
Recurrentemente la imagen del Yo ha sido caracterizada por el individuo blanco de ascendencia europea, mientras que el Otro suele ser personificado por individuos pertenecientes a etnias aisladas de África, Asia, América y Oceanía.
Claramente es perceptible la cualidad de narcisismo en la psicología del Yo, la cual se nutre del resto de los individuos. Es preciso primeramente definir el término correcto sobre el narcisimo: 
“Narcissistic personality disorder is a mental disorder in  which people have an inflated sense of their own importance and a deep need for admiration. Those with narcissistic personality disorder believe that they're superior to others and have little regard for other people's feelings. But behind this mask of ultra-confidence lies a fragile self-esteem, vulnerable to the slightest criticism. 
[El desorden de personalidad narcístico es un desorden mental en el cual las personas tienen un sentido superior o exagerado de su propia importancia y una profunda necesidad de admiración. Aquellos con desorden narcístico de personalidad creen que ellos son superiores a los demás y poseen poca consideración por los sentimientos de otras personas. Pero detrás de la máscara de ultra confianza yace una frágil autoestima, vulnerable a la más ligera crítica]”. (Mayo Clinic, 2011).
Se postula entonces que el Yo (relacionado con el individuo blanco europeo) es descrito a la perfección mediante el desorden de personalidad de narcisismo debido al evidente complejo de arrogancia y superioridad sobre el Otro, considerándose único -y quizá divino-, y desconociendo al otro individuo como semejante y poseedor de los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro.
Naturalmente ha existido una evolución en la concepción y en la relación de ambas dualidades, advirtiendo varias etapas. Siendo originalmente de descubrimiento, la desconfianza, la imposición y la violencia, después el reconocimiento de igualdad para finalmente avanzar a la etapa actual de conocimiento y comprensión de la multiculturalidad.
En en el entendimiento del proceso de cambio cultural, los estudiosos han propuesto dos modelos efectivos de descripción:
  • Evolucionistas: Destacando un avance común de integración; “progreso inexorable de toda la humanidad. (...) Las comunidades humanas avanzaban desde lo más bajo, lo <<primitivo>>, hacia lo más alto, lo <<civilizado>>, por el camino del progreso y del desarrollo, y que sólo era cuestión de tiempo que quienes cerraban el desfile alcanzaran a los que marchaban a la cabeza”. (Kapuscinski, 2010, p.49).
  • Difusionistas: Se afirmaba que la pluralidad y la multiculturalidad es una constante del mundo humano, donde: “dependiendo del lugar y el momento, entraban en contacto y penetraban unas en otras; que a través de préstamos mutuos se producía entre ellas un proceso de fusión y compenetración, que nunca se había interrumpido el dinámico proceso de comunicación”. (Kapuscinski, 2010, p.50).
Personalmente sostengo que quizá la vertiente más lógica de la evolución de las relaciones entre el Yo y el Otro podría ser descrita por medio de la unión de ambas explicaciones, ya que evidentemente ha habido siempre comunicación, intercambio e interacción entre múltiples culturas en demanda a la necesidad social del ser humano. Efectivamente la compartición de cultura, conocimientos y bienes permite en gran medida mejorar la calidad de vida de los individuos al solucionar problemáticas regionales mediante la nutrición de ideas del exterior.

La importancia del progreso y del desarrollo de la explicación propuesta recae en la conservación de las tradiciones y costumbres de cada cultura aunadas y complementadas a través del intercambio entre múltiples etnias y pueblos. Cabe destacar que infalible y desafortunadamente toda mezcla cultural conlleva simultáneamente a la adopción de medidas extranjeras en sustitución de las actividades e ideologías propias.
Hoy en día son múltiples los esfuerzos realizados por gobiernos, ONG y la población civil por hacer más estrecha la abismal y distante relación con el Otro. No obstante, el ideal de superioridad de ciertos individuos sobre el resto no ha permitido un éxito total, ya que los mayores impedimentos para ello son de origen psicológico, así como existen de por medio intereses de índole política y económica. Como bien lo define el autor: “(...) ya es otro Otro, un producto difícil de definir de la híbrida cultura urbana, descendiente de mundos diversos y contradictorios, un ser amalgamado, de formas y rasgos imprecisos, fluctuantes. Éste es el Otro con el que nos topamos hoy”. (Kapuscinski, 2010, pp.54,55).
Irrefutablemente el ser humano ha aprendido a valorar, conservar y considerar al Otro como semejante gracias a que éste último le ha permitido (por medio de la diferencia), indagar en los rincones más profundos de su ser -fungiendo como espejo- para finalmente cuestionarse quién es en realidad y cómo es visto ante el resto.
En referencia a lo anterior Kapuscinski expresa: “(...) que ese Yo no se circunscribe a un solo individuo, sino que también acoge al Otro, formando así una nueva persona, un nuevo ser”. (Kapuscinski, 2010, p.58).
Opinión
Es válido mencionar ahora que la obra de Kapuscinski es una absoluta guía en el entendimiento de la relación con el Otro, así como una relevante vía de reflexión personal que permite a su vez una evaluación y una definición del Yo
Es importante mencionar que en ocasiones uno puede sentirse directamente como el Otro, independientemente de que algún individuo lo exprese, ya que corresponde a las circunstancias como las tradiciones, las costumbres, la ubicación geográfica, el nivel socioeconómico y de estudios, el lenguaje, la creencia religiosa, las ideologías, las preferencias de toda índole, entre algunos otros.
Finalmente debe imperar un interés por considerar al Otro como igual, así como por salvaguardarlo, ya que de su existencia depende la definición individual que cada Yo realice; es indispensable dicha interacción y relación para marcar las diferencias que permitan despertar a las circunstancias reales que conlleven a un cambio efectivo del ser y del medio que le rodea como vía de superación personal y de bienestar común. Concluyo con la siguiente cita textual del autor: 
“Por un lado, el ser humano necesita a otro ser humano, lo busca, sabe que no puede vivir sin Otros, pero, al mismo tiempo, en el momento del primer contacto reaccionará con desconfianza, inseguridad y miedo. (...) Los Otros son el espejo en que nos reflejamos y que nos hace conscientes de quiénes somos”. (Kapuscinski, 2010, p.66).
Bibliografía

martes, 12 de junio de 2012

Crítica y reflexión sobre El extranjero de Albert Camus



Crítica y reflexión sobre El extranjero 
de Albert Camus por Rodrigo Cerna Chávez
Sinopsis 
La obra relata parte de la vida de Mersault, quien después de acudir al funeral de su madre siente un profundo vacío y una indiferencia arraigada ante toda experiencia, sensación, ocasión y persona. A pesar de contar técnicamente con una vida plena -amigos, pareja sentimental, empleo y vivienda-, comete un asesinato contra un acérrimo enemigo de un amigo cercano, lo cual le concede un pase automático ante el Jurado que finalmente le dictamina pena de muerte. 
Crítica
Sin duda alguna Camus muestra a través de sus páginas la cúspide y el clímax del pensamiento de la época (1942), caracterizado por una indiferencia, un profundo rechazo y una negación de toda ideología o espiritualidad propios del existencialismo y del nihilismo, respectivamente.
Primeramente es propio definir lo que el nihilismo representa, citando al autor: “Ser nihilista no es adherirse a ninguna ideología, ni suscribir ningún manifiesto, ni asumir un paquete de ideas preestablecidas: ser nihilista es una actitud refractaria ante los usos y costumbres de una sociedad, de rechazo a lo establecido, de confrontación a lo convencional”. (Morales, 2011).
Se demuestra lo anterior en la aversión total de Monsieur Mersault ante toda creencia ideológica religiosa, en su rechazo ante la existencia de Dios y de los valores morales establecidos por su Iglesia. Como bien lo establece el protagonista: “Contesté que no creía en Dios. Quiso saber si estaba bien seguro y le dije que yo mismo no tenía para qué preguntármelo; me parecía una cuestión sin importancia”. (Camus, 1942, p.36).
Es preciso hasta este punto definir lo que existencialismo significa: “una filosofía del siglo XX centrada en el análisis de la existencia y en la manera en que los humanos existen en el mundo. La idea es que los humanos primero existen y luego cada individuo pasa toda su vida cambiando su esencia o naturaleza. (...) Una búsqueda de sí mismo y el significado de la vida a través del libre albedrío de elección y de la responsabilidad personal”. (All About Philosophy Org, 2012). 
No obstante se observa un grado mayor de evolución de nihilismo, puesto que ya no se trata de un nihilismo activo, sino uno de índole pasiva y fusionado con un vacío existencialista de indiferencia hacia los sentimientos y valores humanos, reflejado en las decisiones tomadas y en los argumentos brindados por el personaje a lo largo de la historia. Consecuentemente se ratifica la ideología de Mersault al haberse desprendido absolutamente de toda estimación y emoción humana sobre los seres que le rodean, que van desde su madre, su amigo Raimundo hasta su amante María.
Indiscutible es que la Corte se sorprende en mayor medida por la insensibilidad y la indiferencia de Mersault ante la muerte de su madre y al homicidio consciente, que en el crimen como tal, lo cual dictaminaría irrefutable e inevitablemente su futuro.
Es propio y menester afirmar que dicho existencialismo y nihilismo pasivo característico del personaje es producto quizá de un racionalismo extremista, donde la mente del individuo ha trascendido más allá de los sentimientos, emociones y placeres, instaurándose por ende el raciocinio como máximo propósito. Precisamente una vez establecido un racionalismo radical, respaldado por una fluida e infinita sabiduría y experiencia, todo lo demás se considera un excedente innecesario y carente de valor alguno, por lo que es posible prescindir de su existencia. Como bien lo establece uno de los pensamientos del personaje Mersault: “Yo había tenido razón, tenía todavía razón, tenía siempre razón”. (Camus, 1942, p.37).
Se afirmaría entonces que la psicología del personaje -fundamentada en el ya mencionado existencialismo y nihilismo pasivo- estaría centralizada exclusivamente en el yo como origen y fin en sí mismo. A diferencia del resto de los personajes, los cuales al parecer han renunciado al interés por el yo para contender entre sí ante el único estímulo por el otro, por saber y engullir toda información, acción
Citando al personaje a través del texto del autor: “Pero todo el mundo sabe que la vida no vale la pena de ser vivida. (...) Desde que uno debe morir, es evidente que no importa cómo ni cuándo”. (Camus, 1942, p.35).
Uno de los aspectos más crueles y fatalistas del psique del protagonista consiste en la insensibilidad absoluta ante todo hecho, sea benéfico o fatídico, lo cual se comprueba en la vasta indiferencia en ciertas circunstancias que naturalmente serían un pesar para la conciencia y la salud mental, como por ejemplo el fallecimiento de la madre y el consciente y frío asesinato de un ser humano, independientemente de su afiliación religiosa, sexo, raza, entre otras cualidades.
Muestra de lo anterior se percibe en las siguientes líneas:
“Nada, nada tenía importancia, y yo sabía bien por qué. Desde lo hondo de mi porvenir, durante toda esta vida absurda que había llevado, subía hacia mí un soplo oscuro a través de los años que aún no habían llegado, y este soplo igualaba a su paso todo lo que me proponía entonces, en los años no más reales que los que estaba viviendo. ¡Qué me importaba la muerte de los otros, el amor de una madre! ¡Qué me importaba su Dios, las vidas que uno elige, los destinos que uno escoge (...)!” (Camus, 1942, p.37).
Indudablemente el arquetipo de El viaje del héroe es aplicable igualmente en el presente caso, puesto que se centra en la travesía interior que realiza el protagonista como intento de entendimiento de sí mismo para después comprender al mundo que le rodea. Son destacables los siguientes niveles:
  • Llamado a la aventura: A partir de la muerte de su madre, como proceso de adaptación a un mundo incomprensible. Se trata de una aventura personal y de índole interior.
  • Rechazo de la llamada: Prácticamente el personaje es indiferente ante todo y rechaza toda ideología existente.
  • Encuentro con el mentor o ayudante: Personajes como María, Raimundo y el padre.
  • Cruzando el primer umbral: El encuentro con los árabes que desemboca en el asesinato de uno de ellos.
  • Aproximación a la guarida del enemigo: Podría considerarse al mismo Mersault como enemigo, ya que su viaje consiste en una aventura interior. Se manifiesta como el choque múltiple de pensamientos, ideas y contradicciones mentales una vez concluido el juicio ante la Corte.
  • La prueba definitiva: Las conclusiones personales, las acusaciones y las deducciones sobre la religión (Dios), los sentimientos humanos (insensibilidad) y el rechazo ideológico (nihilismo y existencialismo).
  • La recompensa: Su trascendencia hacia el vacío, sin creencia alguna en otro mundo u otra vida.
Opinión
Finalmente es posible afirmar que la obra El extranjero de Albert Camus es una exquisita pieza que sirve de guía hacia el entendimiento del yo, ya que a través de sus líneas es viable preguntarse ¿cuál es la relación del “yo” con el “otro”? ¿acaso el racionalismo extremo puede conducir a la supresión de la sensibilidad humana y las emociones? Múltiples cuestionamientos más se conducen a través de las finas pero muy profundas líneas del texto. Una lectura totalmente recomendada para los amantes de la filosofía y de la duda.
Bibliografía

jueves, 7 de junio de 2012

El cine de autor como vía de análisis cultural de Lauro Zavala


Reflexión sobre la publicación de 
Lauro Zavala El cine de autor como vía de análisis cultural
Desde sus comienzos, los productos de la industria cinematográfica han sido una vía de huida de la sociedad respecto a su realidad. En un inicio, a través de cortos documentales que mostraban mundos lejanos, ajenos e inexplorados que estallaban la imaginación y el júbilo de los espectadores.
Paulatinamente el sistema evolucionó en la dramatización de la realidad, su modificación y finalmente el surgimiento de la ficción, la fantasía y el propósito de entretenimiento. Dentro de la nueva concepción de la industria cinematográfica como proveedora de entretenimiento, destacan los filmes americanos con sede en la naciente Hollywood.
No obstante, personalmente sostengo que la evolución del cine americano -al menos en términos de guión- se encuentra en picada desde hace ya un par de décadas. Absolutamente nadie podrá debatir que el avance tecnológico -tercera dimensión, alta definición, espectaculares y realistas efectos especiales- ha sido significativo y favorable para la industria cinematográfica, ni rechazar que las corporaciones estadounidenses cuentan con la mejor tecnología de punta en términos internacionales.
Naturalmente habrá una infinidad de excepciones en términos de buen cine para múltiples películas americanas, pero está latente que el mercado de dicho país posee una postura con una mayor pendiente hacia la cinematografía comercial.
Inclusive en términos burdos, algunos cineastas -y algunos otros lectores- compartirán con mi persona que prácticamente la gran separación de la industria cinematográfica se divide en dos: el cine americano (comercial), y el resto del cine (de autor o independiente).
Lógicamente existen múltiples divisiones y taxonomías más precisas y coherentes que la anterior, pero básicamente es una idea que sirve de introducción y familiarización.
¿Cómo es en términos generales el cine americano? Esencialmente se trata de filmes con poca o nula solidez en términos de historia, guión y desarrollo psicológico de los personajes; debido a que se trata mayoritariamente de cinematografías comerciales, al parecer lo más importante consiste en la demostración del poderío tecnológico.
Se trata entonces de historias muy predecibles, sosas, vulgares, insípidas y, especialmente, simples. La finalidad no es la reflexión ni la retroalimentación, sino simplemente el entretenimiento. Generalmente se vislumbra una ausencia de arte o simbolismo, puesto que se trata de películas que responden a géneros de acción y aventura que son tremendamente veloces en la proyección y contrarios al detallismo visual.
Retornando a la descripción predecible de los filmes americanos, es entera y puramente aplicable el arquetipo de El viaje del héroe, el cual se puede sintetizar de la siguiente manera: un personaje principal con ciertas características, quien debe realizar cierta travesía para conseguir algún objetivo en particular valiéndose de aliados y enemigos a lo largo del camino, para finalmente ponerse a prueba, superar la adversidad -o maldad- y regresar triunfante y vanagloriado. Quizá es posible agregar la clásica frase de cierre que ha trascendido a la inmortalidad gracias a los cuentos infantiles -especialmente de Walt Disney-: “...y vivieron felices para siempre.FIN”.
A diferencia del cine de autor, donde se pretende invitar al pensamiento, la deliberación y la reflexión para finalmente configurar e iniciar con una nueva perspectiva de la realidad, como bien lo relata el autor: “es capaz de comunicar una experiencia significativa del director, desafiando los esquemas de todo aquél que se enfrenta a sus películas”. (Zavala, 2009, p.36).
Es interesante analizar la evidente pregunta, ¿para quién está dirigido el cine comercial americano? Lógicamente en principio está destinado para el público estadounidense, pero generalmente también para el público internacional. 
Por lo tanto, ¿qué muestra la industria cinematográfica comercial americana en referencia a su cultura y estilo de vida? Se muestra a una sociedad beligerante, conquistadora, hegemónica, y en supremacía que al parecer se ha cansado de salir victoriosa en los conflictos de la realidad por lo que ha decidido la conquista absoluta en la ficción de la cinematografía; se trata entonces de una cultura con un profundo y latente rechazo y temor a la muerte, ya que generalmente sus finales son completamente felices y utópicos, donde los conflictos siempre se resuelven favorablemente.
Es posible fundamentar que en la actualidad la sociedad se encuentra únicamente consternada por sí misma, como lo defiende Zavala: “las características de nuestro tiempo las inequívocas huellas de una cultura narcisista, que se mira a sí misma como su propio ideal (...). Se trata así de un endémico debilitamiento del nexo entre el yo y el otro, debido a que el sujeto se concibe a sí mismo como su propio ideal”. (Zavala, 2009, p.39 y 40).
Lo anterior demuestra la tendencia de las sociedades en volverse individualistas, pero no en el clásico significado atribuido a la generación de una identidad que permite discernir y distinguir entre los demás, sino debe entenderse como un desplazamiento consciente del medio hacia un nivel inferior del nuevo yo constituido como un supremo ideal de referencia, de una concentración en lo personal como lo universalmente válido y verdadero.
Propiamente establecido, el narcisismo representa una rebeldía y oposición ante cualquier autoridad, ya que sus principios derivan de la concepción idealizada del yo. Como bien lo describe el autor: “Cuando nos concebimos solos, como si fuésemos nuestro propio Ideal, nos condenamos a la perpetua desazón”.  (Zavala, 2009, p.56).

Bibliografía

  • Zavala, L. (2010). Celuloide posmoderno: El cine de autor como vía de análisis cultural. México: UAMX.


sábado, 2 de junio de 2012

Un mundo sin novelas de Mario Vargas Llosa


Reflexión sobre la publicación de 
Mario Vargas Llosa Un mundo sin novelas
por Rodrigo Cerna Chávez 

Definitivamente sufre el ser humano hoy en día una catastrófica derrota, que consiste en una cuantiosa pérdida cultural del hábito de la lectura. Factores en ello son múltiples; desde una sumisión suprema al muy agitado y forzado estilo de vida repleto de problemáticas y compromisos laborales y sociales, hasta la pura y diabólica decisión de repudio y abstinencia.
Derrota como tal no ha existido con anterioridad, puesto que el psique humano al prescindir del contacto literario finaliza por contraerse y reducirse a un ínfimo estado de profunda mediocridad y egoísmo.
El relegar la lectura ante otras supuestas, banales y superficiales prioridades es equiparable a una lenta y silenciosa muerte; un atentado, un suicido cometido por el propio ser humano sin darse cuenta de ello. 
Como bien lo establece Vargas Llosa: “Ese sentimiento de pertenencia a la colectividad humana a través del tiempo y el espacio es el más alto logro de la cultura y nada contribuye tanto a renovarlo en cada generación como la literatura”. (Vargas Llosa, p.39).
Por ende, quien se decide por semejante y bárbara opción destierra a su propio pensamiento crítico, sin lugar a dudas un medio imprescindible en el proceso de descubrimiento, aceptación y respeto por diversas expresiones culturales del mundo.
No solamente  la cultura se atrofia, sino también la ética y la moral. Porque, ¿cómo es posible respetar y cooperar con el prójimo si no se cuentan con los medios para su inicial comprensión? Todo ello resulta en un rompimiento de las relaciones humanas, de la paz y de los valores.
Es bien sabido que la literatura nutre, cultiva, desarrolla e incrementa el intelecto humano al descubrir y explorar mundos inimaginables a través de sus pulcras y límpidas páginas. También permite un fomento en las relaciones sociales civilizadas basadas en la razón y en los valores. En relación a lo anterior, Vargas Llosa escribe: 
“Una persona que no lee, que lee poco, o lee sólo basura, puede hablar mucho pero  dirá siempre pocas cosas, porque dispone de un repertorio mínimo y deficiente de vocablos para expresarse. No es sólo una limitación verbal; es, al mismo tiempo, una limitación intelectual y de horizonte imaginario (...)”. (Vargas Llosa, p.40).
Evidente es que la literatura funciona como transporte hacia un mundo inmortal y atemporal, donde el lector se siente cómodo, fascinado y finalmente feliz. Se trata de un universo apaciguado y lleno de pasión que invita y enfrasca a la población a vivir una experiencia de formación educativa y crítica a través de una interesante historia.
Constituye por ende una muestra de un mundo idealizado, un repudio a la injusta realidad que el ser humano ha edificado, una facción de rebeldía y manifiesto, un llamado mismo hacia la acción y la crítica social.
No obstante, es posible todavía lograr un verdadero cambio al regresar a la literatura por simple gusto, y como mentor sobre el mundo al que se pertenece. Finalmente, una notable reflexión concluyente de Vargas Llosa: “Hay que leer los buenos libros, e incitar y enseñar a leer a los que vienen detrás -en las familias y en las aulas, en los medios y en todas las instancias de la vida común- como un quehacer imprescindible, porque él impregna y enriquece a todos los demás”. (Vargas Llosa, p.44).
Bibliografía
  • Vargas Llosa, M. (Octubre, 2000). Un mundo sin novelas. Letras libres, extemporáneos Octubre.